Ateneo Crítico - "Las fuerzas centrígugas" - Ateneo de La Laguna


Las fuerzas centrífugas
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Fernando Gómez de la Cuesta
 

Hace ya unos años, en 2014, realicé el comisariado de un proyecto del conocido artista Javier Vallhonrat titulado La senda y la trama, una investigación poliédrica que aborda diferentes vías de reflexión para construir esa red de caminos que recoge el propio nombre de la propuesta. Uno de esos itinerarios entrelazados establece una descripción singular de la contemporaneidad y lo hace a partir de una acertada metáfora alrededor de aquellas cuestiones que provocan el nuevo estremecimiento, aquello que nos desborda de tal forma que termina por superarnos. El artista nos explica cómo el sobrecogimiento actual no se produce tanto por aquella sensibilidad romántica ante la desmesura inconmensurable de la naturaleza que nos rodea, sino más bien frente al exceso de información, posibilidades y ritmos trepidantes que nos proporcionan los nuevos medios, las nuevas tecnologías y las nuevas maneras de vivir. La conmoción surge ahora por nuestra incapacidad para discriminar, entender o asimilar todo aquello que la vorágine contemporánea nos va suministrando masivamente, sin ningún tipo de filtro ni de control: una espiral poderosa, diabólica, caótica y desproporcionada de datos, opciones y conexiones, donde el individuo actual comparece fuera de sí, confundido, desnaturalizado y desorientado.

La luz clara y homogénea de mediodía que baña muchas de las pinturas del Renacimiento, vino a iluminar la oscuridad simbólica, el haz tenue, sesgado y parcial del Gótico que le precedió. Esa luz renacentista establecía una búsqueda ideal del conocimiento y de la razón que nacía con pretensiones omniscientes, una luminaria global que surgía con la intención de alumbrarlo todo desde el saber y la experiencia humana en un periodo antropocéntrico que derivó en una época arrogante hasta la extenuación. A medida que nuestras propias capacidades nos iban dejando en el lugar que nos correspondía, el Barroco volvía a cambiar la intensidad, la dirección y el alcance de esa luz, para concentrar de nuevo nuestra mirada y nuestro entendimiento en cuestiones más concretas, más realistas, más mundanas, más perversas y menos idealizadas: una manera de evitar esa dispersión alienante y grandilocuente que nuestra ambición ha ido provocando de forma recurrente durante toda nuestra historia, unos ciclos de prepotente endiosamiento que se han ido repitiendo en el continuo devenir de la humanidad.  

RARA Residencia - Villanueva del Rosario

Ahora parece que habitamos de nuevo en un estallido de luz cegadora procurado por las modernas tecnologías, un falso Aleph donde las formas de comunicación actuales y los recientes canales de información y de relación generan una situación de exceso que, pretendiendo ser fuente de conocimiento cierto y capacidades reales, también termina distribuyendo indiscriminadamente unos contenidos pervertidos, desmesurados, inabarcables y, sobre todo, incontrastables. Una época convulsa donde la verdad se confunde con la mentira en un magma insondable que nos sobrepasa y nos desubica. Resulta evidente que llevamos años manifestando síntomas de fatiga, de extenuación, incluso de asfixia, que explican nuestra disconformidad ante el contexto frenético en el que nos hallamos, unos efectos que nos hablan de la necesidad de un cambio, de otra calma, de otro ritmo, de otro tiempo.

Susana Solano - Coster - Pollença

Como reacción a todo eso empiezan a aparecer maneras diversas de vivir, de hacer y de crear, unas formas de proceder y de sentir que nos sitúan en espacios periféricos alejados de los núcleos de tensión, en esos lugares que nos conceden estructuras y equilibrios diferentes para nuestra actividad. Muchos volvemos a coger aquella lámpara de mano que Diógenes dejó como legado y que apenas alumbraba justo delante de quien la sostenía, una reivindicación del verdadero alcance humano y de esos espacios intelectuales y experienciales a los que llegamos sin excesos ni desmesuras, allí donde se nos permite fijar nuestros intereses, nuestra atención, nuestro conocimiento y nuestro esfuerzo sin el ánimo de abarcar lo inabarcable, sin ninguna pretensión de omnisciencia soberbia, pero con las ganas necesarias de saber, de profundizar y de conocer. En medio del horror vacui que caracteriza la vorágine actual, debemos reivindicar la posibilidad de espaciar los contenidos, las opciones que se nos ofrecen, debemos buscar los claros en medio del bosque y hallar aquellos lugares donde pararnos a pensar y hacer, allí donde la luz ilumina sin cegar.

La creación, los artistas, llevan tiempo recorriendo los caminos por los que luego nosotros transitamos, una suerte de exploradores pioneros que buscan nuevas maneras de ser y de estar a través de unos itinerarios que son procurados por su capacidad, por su sensibilidad y por su intuición. En épocas como las que nos hallamos, estos caminos de ida pueden parecer también de vuelta, un retorno a aquellos lugares de donde venimos, buscando un sosiego y un espacio en los que creer, crecer y crear. Si giramos nuestra mirada hacia los proyectos de residencia, investigación y producción que se están desarrollando en la actualidad, fuera de los focos de atención principal, podremos percibir esa tendencia periférica, esa fuerza centrífuga que está reubicando la creación contemporánea en otros contextos, en unos nuevos lugares para el arte que, en realidad, nunca dejaron de serlo.

Ses 12 Naus - Ibiza

En los últimos años -enfatizado además por todo aquello que la pandemia ha ido cambiando en nuestras vidas- he tenido el privilegio de ser parte de alguna de estas propuestas descentralizadoras que buscan encontrar y ofrecer una serie de valores, posibilidades, tiempos y espacios al margen de la vorágine, la muchedumbre y la desmesura. Hablaré de lo que conozco de primera mano: el proyecto de Ses 12 naus de Ibiza que va mucho más allá de una mera convocatoria de residencias; la actitud dinamizadora desde el sentido del humor, la ironía y la provocación de RARA Residencia en Villanueva del Rosario (Málaga); el trabajo de memoria y arte público que lucha contra la despoblación emprendido por Ababol Festival en Aladrén (Zaragoza); la voluntad de Coster en Pollença (Mallorca) de establecer sinergias positivas desde una perspectiva circular y ecosostenible entre el arte y la naturaleza; el ánimo de incorporar el talento local, nacional e internacional para procurar la creación a partir de la cultura que les acoge de ACCC y su labor vinculada al Festival Cool Days de Artà (Mallorca); o el increíble ejemplo de uno de los proyectos más longevos y completos del entorno rural español: los Encuentros de Arte de Genalguacil (Málaga) y el extenso programa que se desarrolla a su alrededor.   

Santiago Sierra - Festival CoolDays - Artà

Resulta emocionante participar de alguna manera en todas estas propuestas que han asumido y amplificado la capacidad transformadora del arte, que han elaborado convocatorias abiertas e intensas donde los creadores venidos de cualquier sitio y el contexto que les recibe se aportan recíprocamente su mirada diferencial. Unos enclaves cargados de historia, tradición, sensibilidad, naturaleza y humanidad que han comprendido perfectamente que conservar no sólo es guardar con celo, sino cuidar, vivir y amar, investigar, experimentar y crear, entrar en contacto con los demás e integrar su forma de hacer y de pensar en aquello que les es propio. La única manera de mantenerse en equilibrio y bienestar es desde esta resiliencia sostenida y sostenible de carácter empático, integrador, ético y ecológico. Es cierto que no existen modelos estándar para este tipo de iniciativas periféricas y que hay tantas definiciones como proyectos, pero también es verdad que todos ellos apelan a unas coordenadas con elementos comunes -aunque dotados de diferentes contenidos- donde el espacio, el tiempo, la movilidad, la permanencia, la convivencia, la investigación, la inspiración, el contacto, la morada, el sustento, la producción y la naturaleza, siempre comparecen. Estos programas responden a una necesidad de conectar con el arte que es diferente a la que se produce en formatos más institucionalizados, ofreciendo, además, la oportunidad de establecer relaciones duraderas y profundas de alcance más humano y real.

Y es que estas propuestas no se rigen por los parámetros habituales que condicionan otros eventos vinculados al mundo de la creación contemporánea, sino que ponen su foco en los procesos previos a la visibilidad de la obra, es decir, sitúan su prisma en aquello que sucede antes de la presentación de la exposición, de la incorporación a un posible mercado o a un posible circuito institucional. Es cierto que todos estos proyectos no obvian esas cuestiones, unas cuestiones que pueden ser complementarias a su verdadero interés, pero también es cierto que una parte fundamental de su actividad sucede en ese periodo de conocimiento del contexto, de relación con la gente, con la cultura y con la naturaleza que les rodea, mientras se les facilita un espacio de trabajo, un claro en el bosque, donde alejarse de su rutina habitual y encontrar inspiración en un lugar otro. Un proceso que se extiende en el tiempo y en el que el artista necesita la libertad de poder establecer sus propios ritmos de trabajo, las conexiones que precisa y los contenidos que le interesan. Un tipo de experiencia que se fundamenta en la deslocalización del creador de su ubicación física habitual para trasladarse a otro entorno con el objetivo de establecer un conocimiento presencial de ese territorio, su naturaleza y su cultura, de los profesionales que allí operan y de las personas que allí radican. Una forma fluida de facilitar sinergias y saberes que redundarán en beneficio de sus investigaciones y de sus proyectos.

López Aparicio - Genalguacil Pueblo Museo

Otro factor esencial en propuestas de estas características es aquel que se refiere al tiempo. Uno de los propósitos del artista a la hora de desvincularse centrífugamente de su contexto geográfico es el de ganar un espacio temporal, una posibilidad de dedicación y de concentración de la que suele adolecer en su lugar de residencia, allí donde las rutinas diarias y los diferentes compromisos van agotando su disponibilidad. Con el devenir de la historia, el tiempo ha ido variando sus magnitudes, su medición, su utilidad, en base a una inmediatez, una instantaneidad y una velocidad que han terminado por inundarlo todo, que nos han ido sumiendo en una vorágine trepidante que ha conseguido desnaturalizarnos a base de cambiar los contenidos del propio concepto, fijando su valor en cotas cada vez más altas y generando una ansiedad prácticamente inasumible. Estos cambios de ritmo han ido influyendo también en los tempos de la creación actual y, por supuesto, en los planteamientos cronológicos de estos proyectos que buscan habilitar otras cadencias.

Ababol Festival - Aladrén

Sin embargo, esta pretensión de otros ámbitos temporales más adecuados y menos espídicos, choca en muchas ocasiones con el actual proceso de miniaturización hacia formatos demasiado breves y frenéticos. Unos modelos inversos a lo que debería ser y que tienen que ver, obviamente, con la precarización del tejido, con el pluriempleo, con la imposibilidad de la carrera profesional, con la conciliación laboral y familiar, con esa necesidad constante de estar en continuo movimiento para garantizarnos la visibilidad y la supervivencia, pero también con un desmantelamiento del objetivo real de este tipo de propuestas, una finalidad esencial que nunca deberíamos perder de vista: esa búsqueda del espacio y del ritmo adecuado para crear.

Vitor Mejuto - ACCC - Artà

Es cierto que la evolución tecnológica y el desasosiego de la época en la que vivimos han establecido unas nuevas coordenadas en este escenario, pero también es verdad que el hecho de que las cosas se puedan hacer más rápido, que todo pueda tardar menos, que parezca que somos capaces de cualquier cosa, no quiere decir que no necesitemos aplicar el tiempo y el esfuerzo necesarios para que los resultados no sean meras ocurrencias superficiales, simples consignas sin desarrollar o petulantes endiosamientos crepusculares. Una situación que se está dando y que deberemos corregir para evitar que se vacíen de contenido estas convocatorias maravillosas y necesarias que empiezan a prodigar, unas propuestas donde tan importante es acertar con el tiempo y con el espacio, como ajustarse a la medida y a la capacidad de cada proyecto, de cada objetivo, dotándolo de los medios inmateriales, materiales y económicos que sean precisos para llevarlo a cabo con dignidad, con la solvencia, la tranquilidad y la profundidad que todos nos merecemos: una luz que nos ilumine sin deslumbrarnos, un claro en el bosque donde poder trabajar y ser felices. 


*Artículo publicado en el libro Ateneo Crítico, Ateneo de La Laguna, La Laguna, Tenerife, 2022.

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