Comisaria: Nekane Aramburu
Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma
Pl. de la Porta de Sta Catalina, 10
Hasta el 22 de octubre de 2017
Los artistas siempre han estado
atentos a las fricciones que se producen en la contemporaneidad. Por eso parece
oportuna una propuesta donde se reflexione sobre uno de los problemas más
acuciantes que padecen aquellas ciudades que son objeto de un turismo de masas
completamente desbordado. Una pertinencia que se refuerza por la presentación
del proyecto en un núcleo afectado por esa situación excesiva, Venecia,
coincidiendo con la Bienal, y por una itinerancia que llevará esta propuesta,
en progreso y con contenidos adaptados, a ciudades como Barcelona (Arts Santa
Mònica), Alicante (MACA) o la escala que ahora nos ocupa en Palma. Lejos quedan
aquellos viajeros del Grand Tour,
nobles, burgueses, aventureros e intelectuales con ansias de conocimiento y
experiencia, que tenían la posibilidad de profundizar en los conceptos y en las
emociones que se suscitaban durante el viaje gracias a unos ritmos pausados
propios de otro tiempo. Ahora, la vorágine, la masificación y la impostura nos
consumen, mientras que, en un extraño contrasentido, parece que somos nosotros
los que estamos consumiendo.
Irene de Andrés |
Los creadores participantes en
“Ciutat de vacances” se han preocupado más del contexto y de los habitantes que
reciben a esas muchedumbres de visitantes, que de la propia figura del turista
y los aprendizajes que derivan del hecho de viajar. Prueba de ello es “Donde
nada ocurre” de Irene de Andrés, un proyecto en el que la artista realiza un
análisis arqueológico de todas aquellas infraestructuras obsoletas que se
convierten en restos de un ocio que muta a tanta velocidad como epidérmicos son
sus contenidos. Centrada en las discotecas que dejaron de serlo, la artista
efectúa una cartografía arquitectónica de la ruina reciente que dice mucho del
devenir social y de la superficialidad que se ha impostado en territorios como
Ibiza. También acudiendo al formato arqueo-taxonómico se encuentra la propuesta
de Marina Planas que establece una disección histórica del concepto de hotel en
Baleares. Partiendo del archivo de su abuelo, el conocido fotógrafo comercial
Planas Montanyà, construye una investigación por acumulación, sucesión y
superposición que deja en evidencia los cambios sociales e ideológicos que van
vinculados a la evolución formal de una determinada tipología, no sólo
arquitectónica, que tiene que ver con un modelo de negocio y con una estructura
económica variable. Un mapeado que se completa con el “Glosario de espacios
zombies” del colectivo Idensitat que, en esta ocasión, investiga
específicamente la “zombificación” de lugares vinculados al turismo.
Neus Marroig |
Otra de las líneas de trabajo que
recorre el presente proyecto es la que se refiere a lo documental, una vía que
se da, no sólo en las tres propuestas mencionadas, si no también en trabajos
como los de Daniel Gasol: una miscelánea de filmaciones encontradas y otras
realizadas por el propio artista que examinan cuestiones que tienen que ver con
lo político, con la evolución de la proyección exterior de la promoción
turística y con la búsqueda y la modificación del “icono” que actúa como “reclamo”,
todo en un formato continuo de tipo documental. Una propuesta de recorrido
histórico que también transita Neus Marroig en su “Imatge pública” donde
plantea la evolución de la imagen de la ciudad de Palma a partir de 40 citas
textuales extraídas de una selección de publicaciones que abarcan desde 1839
hasta la actualidad. Junto con la cartografía y la documentación, un enfoque
crítico incardina también muchas de las propuestas de “Ciutat de vacances”,
entre ellas destaca “Turismo sin documentos” de Adrián Melis, un complejo viaje
lleno de simbolismo e ironía, donde el propio artista recorre, sin ningún
documento de identificación válido, el camino que separa Barcelona de la
Kunsthalle Basel, lugar donde debe exponer su trabajo. Un discurrir que no deja
de interpelar a esas migraciones forzosas e ilegales que tantas personas se han
visto obligadas a acometer para sobrevivir.
Miguel Trillo |
Esa mirada descriptiva, analítica
y critica, donde se dan cita la sensibilidad, la ironía, el sarcasmo, la
esperanza, el desánimo, el descreimiento y la frustración, es la que lleva
tiempo caracterizando el trabajo del fotógrafo Miguel Trillo quien ha realizado
un interesante estudio de los cambios sociales de España en los últimos 40
años. En este proyecto aplica su peculiar forma de ver las cosas a ese lugar
fronterizo que es la “Línea de costa”, en este caso de Palma, señalando
claramente el ámbito por excelencia de la “turistificación” en España. Un
contexto, el de la costa, que también se convierte en el espacio de reflexión
idóneo, por su carácter de límite y de nexo, de las propuestas de Epaminondi,
Ochoa y de la óptica Martinparrsiana de
Fran Simó. En “Honeymoon Club Resort” de Xisco Bonnín encontramos ese poso
amargo de decadencia y distopía post-romántica que destilan otras propuestas de
esta exposición. Unas imágenes de esos complejos vacacionales que,
abstrayéndose del territorio humano, histórico y geográfico donde se ubican,
crean simulacros en los que ofrecen experiencias “únicas”, preconcebidas,
enlatadas y segmentadas según los tipos de clientes. La muestra se completa con
las obras de Left Hand Rotation, Aizpitarte, Ángel Marcos, Pittatore, Miró,
Vitali, Jana Leo, Marc Morell y Tomás Ruiz-Rivas.
Un
planteamiento oportuno que sitúa al museo como ese laboratorio tan necesario de
trabajo, de reflexión y de análisis sobre cuestiones trascendentes y cercanas,
una investigación que parte de lo próximo, de lo que nos preocupa, de lo que
conocemos, pero que mantiene una decidida vocación universal. Sin embargo, el
hecho de que sea una propuesta abierta, orgánica y en proceso, no debe hacer
descuidar las calidades mínimas en la formalización, disposición y presentación
de algunas de las obras, máxime cuando la visibilización expositiva tiene lugar
en un museo de arte contemporáneo. Trabajar con presupuestos que no son los
adecuados puede generar este tipo de problemas, un mal recurrente que seguirá
siendo habitual siempre que las asignaciones de dichos recursos dependan de
estamentos políticos y su distribución y aprobación de patronatos, u otros
órganos de gobierno, compuestos casi en exclusiva por personas ajenas al sector
cultural que, por no acudir, ni siquiera comparecen a los eventos sobre los que
ellos mismos deciden.
*Publicado en ABC Cultural 3.06.2017
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