GUILLEM NADAL
Galeria Miquel Alzueta
C/ Sèneca 9-11, Barcelona
Desde 25 de mayo de 2017
Proyecto para un isla*
Solo recorriendo nuestros
propios límites podemos definir la esencia que nos compone, solo transitando
esas zonas cambiantes donde se produce el contacto, el conflicto y la fricción,
podemos aspirar a (re)conocernos, a entender nuestra sustancia más íntima, a
delimitar el perímetro mutante que nos da forma y que señala nuestro alcance.
Resulta paradójico que los lugares fronterizos, aquellos donde nuestros valores
más evidentes pierden su seguridad y su exactitud, donde el conocimiento se
vuelve complejo y la certeza desaparece, sean los únicos donde el ser humano
puede hallar lo que de verdad le define, aquello que nos explica por oposición
y por conexión, por roce y por encuentro, por simbiosis, osmosis y parasitismo.
Nada es más trascendente ni más descriptivo que lo que entra en colisión o en
integración con nosotros mismos, aquello que da forma a nuestro exterior y que
tiene la capacidad de penetrar en nuestro núcleo más íntimo.
Guillem Nadal camina
incansable el contorno de la isla, de su isla, de sus islas, registrando los
límites, tocando con las manos las hendiduras con las que el mar va hiriendo la
roca, metiendo los dedos en las grietas que señalan el contacto insistente del
agua salada sobre la costa. Ninguna huella es igual, las marcas se suceden y
nada permanece, los rastros se convierten en vestigios del pasado, y los restos
que comparecen traen causa de muchos naufragios y de no pocas tormentas. La
isla redefine sus fronteras con cada nueva marea, con cada nuevo envite, una
acumulación de sedimentos, experiencias, acciones y emociones que es parte de
la esencia con la que se construye el territorio insular, aquel lugar
aparentemente finito que se encuentra en cambio constante, una costa que nunca
aparece dos veces idéntica, un dibujo móvil y performático que separa y une el
mar de la tierra y a nosotros de todo aquello que nos rodea.
Como aquel niño que va
dibujando el contorno de cada ola sobre la arena de la playa, esa superposición
de registros falsamente concéntricos es la que construye, por acumulación,
nuestra propia frontera, nuestro propio espacio. Guillem Nadal se convierte en
cartógrafo de nuestros límites mientras levanta el mapa de todos esos registros
que tienden al infinito, un proyecto para una isla en permanente construcción.
Dijo Dalí de Picasso que las líneas que dan estructura a sus obras son gusanos
de los que los zoólogos denominan planaires lugubres, una de las formas biológicas más básicas; estos
animales son filiformes, aplastados y tienen la propiedad de que “si se les
corta la cabeza, les vuelve a crecer”. Picasso adivinó, con su poderoso
instinto, que en estos seres elementales reside la “imagen viva” de la
eternidad y por eso los empleaba en sus dibujos. Nadal crea sus propios planaires como registro perpetuo de nuestras vidas y lo hace
desde una perspectiva existencialista donde la “materia viva” se constituye en
resumen de lo que ha sido y en premonición de lo que será.
Guillem
Nadal no puede concebir un arte –ni a un artista- que no se posicione para
activar la creación, la crítica y, si es necesario, la destrucción y la
reconstrucción, menos aún, en un contexto como en el que nos encontramos. Lebel
escribió que “la vida real es el único lugar para generar el cambio” y es
precisamente en ese espacio donde Nadal incardina su reflexión y su acción,
primero desde una perspectiva que tiene que ver con la relación del ser con el
medio, con el entorno, con lo que le rodea, con la ecología y con la
naturaleza, para luego continuar con lo estrictamente humano, siguiendo la
senda de la transformación social que se ha producido en los últimos años,
donde lo político ha ido añadiendo a su debate las esferas de lo individual, lo
personal e incluso lo íntimo. Desde allí, desde ese terreno conocido que es el
que más dudas nos plantea, es desde donde Nadal construye su proyecto para unas
islas que no solo son nuestro espacio físico y emocional si no que, en
realidad, somos nosotros mismos.
*texto de sala para la expo de Guillem Nadal en la Galeria Miquel Alzueta de Barcelona (mayo 2017)
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