ELLA - Verónica R. Frías

-un texto para la monografía "YO" sobre la obra de Verónica R. Frías-

Puede resultar extraño empezar esta monografía sobre la obra reciente de Verónica Ruth Frías hablando de pintura, pero para los que conocen el camino creativo de la artista quizás no lo sea tanto. Desde el inicio de su trayectoria, Frías, ha venido empleando la representación de su propia figura como medio para contar historias y plantear los conceptos que quiere investigar, un protagonismo que se hizo patente desde unos comienzos en los que, precisamente, se especializó en pintura por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. Ya en esos cuadros preliminares y deliberadamente infantiles que conforman las series “Paisajes urbanos” y “Paisajes históricos”, desarrolladas a partir de 2002 y 2003, comparecía la presencia de la artista que se dibujaba, se pintaba o se incorporaba a la manera de collage fotográfico en su propia obra. Frías se mostraba en ocasiones como protagonista de la escena y en otras de una forma menos evidente –como Hitchcock en sus películas- pero fijando con ello un punto de referencia que facilitaba la comprensión de la pieza mientras señalaba su vida, su entorno, sus amigos o su familia, como los espacios y las personas mediante los cuales articulaba su discurso. Daba igual que fueran paisajes inventados, lugares reales y lejanos, o una escena histórica reconocible, todo terminaba pasando por el tamiz referencial de lo que la artista tiene más próximo: el ecosistema y las pulsiones de su propia vida. En ambas series había un ánimo de “actuar en la escena”, de modificarla con su presencia y la de los suyos, con sus intervenciones y con sus acciones, que constituía un precedente claro de la actitud performática y autobiográfica que luego ha caracterizado gran parte de su producción, un arte que no pretende tan sólo dejar en evidencia determinadas cuestiones sino que, además, apuesta por cambiarlas. En esas mismas series también surge de manera seminal otra de las preocupaciones constantes de Frías como es su vínculo crítico con el mundo del arte y con todos los mecanismos que lo soportan. Esta relación, en inicio, se desarrolla de una manera catalizadora, tratando de constituirse como una artista mediadora que pretende evitar ese alejamiento que la creación contemporánea ha ido marcando con la sociedad donde se genera, una voluntad surgida con el ánimo de explicar y de explicarse, de facilitar y de comunicar. Después, sin abandonar del todo esta vía, modifica ese primer planteamiento para adoptar una perspectiva posicionada en la lucha de género, la defensa del desempeño profesional de la mujer en el arte y, por extensión, en cualquier ámbito laboral. En esas series pictóricas aparecen, desde el ambiente de la facultad y las vicisitudes formativas de los artistas, hasta los grandes hechos de la historia del arte y su habitual menosprecio a la figura de la mujer creadora. La última vez que la artista reconoce haber pintado fue durante la residencia promovida por la asociación Saint-Henri en Duetzen (Alemania) entre abril y mayo de 2005, unas obras en las que la propia Frías se sitúa como protagonista de unos cuentos de corte surrealista con moraleja incluida.


A finales de 2005 la artista comienza un conjunto de imágenes polaroid intervenidas titulado “Quiero ser Angelina, ¡jolín!”, unos collages con soporte fotográfico que conceptualmente conectan con ese activismo feminista que mencionábamos. En estas piezas, Frías, va colocando sobre sus autorretratos diferentes labios arrancados de las páginas de las revistas, como si se tratara de una convulsa adicta a la cirugía estética que corre frenéticamente hacia la fisonomía de la “mujer perfecta”, una ácida crítica de esos patrones a seguir, de esos modelos impuestos, que continúan contaminando y manipulando las percepciones y la libre determinación de muchas mujeres y hombres. Sin embargo no fue hasta 2006 cuando Verónica Ruth Frías adopta de manera decidida la performance, el video y la fotografía como medios de expresión. Fruto de ello empiezan a surgir piezas videográficas como “Le dernière minute” o “De-construcción”, en las que se inicia un proceso de “transformación” en el que la artista utiliza el disfraz y el maquillaje para adquirir otras identidades en las que el recurso de la acción es acompañado por la impostura del personaje, mientras las piezas expresan unas ideas que vuelven a conectar la reivindicación de género con alguna de sus otras preocupaciones, como, por ejemplo, el paso del tiempo y su imparable devenir. También cabe destacar en este contexto el proyecto “Mujeres en la sombra” (2006) donde las diferentes acciones performáticas emprendidas por Frías son recogidas en fotografía y video para ser expuestas al lado de los vestidos y de los objetos que completan la caracterización de cada uno de los personajes representados. Una reivindicación de la figura de la mujer en la historia “oficial” –de la mano de Marilyn Monroe, Frida Kahlo, Cosima Wagner o Eva Braun- que comunica esa postura feminista y posicionada, no exenta de ironía, que desde siempre mantiene su obra. Otro antecedente importante es la serie que desarrolla a partir de 2007 titulada “Yo quiero mucho a mi mamá” unas cajas de luz retroiluminadas que llevan impresas, entre el deseo y el interrogante, dudas y anhelos vitales de la artista y que tiene como interlocutora a su propia madre, planteándole las cuestiones en un ámbito tan lejano para ella como el del arte contemporáneo y tratando de poner de manifiesto, por un lado, el afecto y la dependencia educacional que Frías siente hacia la figura materna y, por el otro, el choque y las diferencias que existen entre ambas y la incomprensión de una labor profesional, tan distante de los parámetros convencionales de muchas madres de esa generación, como es la de ser artista.


Esta reivindicación de la creación y de la figura del creador se sigue desarrollando en su proyecto titulado “Disfrazando el arte” (2007). Apoyada de nuevo en la performance, el video y la fotografía, la artista adopta un recurso premeditadamente ingenuo: desde una perspectiva horizontal de la producción, transmisión y consumo del arte, Frías decide visitar dos pequeños pueblos por cada una de las ocho provincias andaluzas, dieciséis intervenciones en una serie de aldeas cuyo acceso a los circuitos del arte más actual, en vivo y en directo, es inexistente. Caracterizada como alguno de los grandes artistas de la historia, de nuevo en un proceso en el que emplea el disfraz para adquirir otras identidades, y armada con elevadas dosis de sentido del humor y una pancarta donde explica, de forma sucinta, algunos datos sobre la vida y la obra del personaje representado, la creadora se pasea por las calles de estos municipios vestida de Warhol, Dalí, Basquiat, Kahlo, Sherman, Lautrec, Van Gogh, Rousseau, Lempicka, Höch, Mori, Rondinone, Monk, Neshat, Darboven e, incluso, como la propia Frías. Se deja observar y observa, interactúa con la gente y asimila sus reacciones, un trabajo de campo para ella y, lo que es más importante, una labor de difusión y acercamiento para nosotros. En el mismo año en el que la creadora viene desarrollando el citado proyecto emprende otra propuesta de cierta envergadura gracias al auspicio de la Fundación Rafael Botí de Córdoba. “Comiendo PerdiceZ” (2007) es una serie de obras en video y fotografía que se encargan de revisar cuentos infantiles clásicos como “Hansel y Gretel”, “Caperucita roja”, “La bella durmiente”, “Cenicienta” o “Blancanieves”, centrándose en aquellos que mantienen alguna dudosa moraleja destinada a las niñas y que amplifican, y defienden, los peligrosos estereotipos que se han ido construyendo sobre el rol de la mujer en nuestra sociedad. De nuevo una denuncia que ataca de forma directa lo que la artista considera la raíz del problema: una educación equivocada y sexista desde sus planteamientos iniciales.



Otros proyectos importantes que siguen ahondando en cuestiones referentes a la creación contemporánea son los realizados junto a Cyro García, destacando, entre ellos, la pieza de video “Pájaros en la cabeza” (2008) que reflexiona sobre esa pulsión interna, quizás innata e intuitiva, que lleva al artista a emprender el camino de la creación, una obra que funciona como expresión visual de conceptos abstractos como la inspiración y que se inserta en ese ir y venir que acompaña a la concepción de la obra, donde la metafísica de las ideas viaja libre mientras la materialidad del cuerpo permanece estática y prisionera de sus propios límites. Una bella metáfora que tiene la poesía aneja de hacer coincidir de nuevo los caminos de estos dos artistas, diametralmente opuestos en sus procesos creativos pero que, desde hace un tiempo, comparten sus vidas. En “Tonto el que lo lea” (2011), Frías y García también analizan esos itinerarios de producción pretendidamente artística que frecuentan vías rebuscadas con discursos más o menos razonados –o meramente rebozados- para embaucarnos y justificar unas piezas cuya formalización definitiva, en realidad, apenas hay por donde cogerla: creadores falaces que explican su ocurrencia como pueden, o que encargan a otros teorías de salón con la obra de cuerpo presente, caliente y, por supuesto, vacía. “Tonto el que lo lea” se constituye en una propuesta donde el concepto y su proceso nos sirven para desenredar, enredando, esta enrevesada madeja de la creación plástica contemporánea, un estudio entre lo artístico y lo sociológico en el que se recogen las opiniones de profesionales y profanos sobre el arte, sobre lo humano y sobre lo divino. Verónica Ruth Frías se tatúa la frase que da título al proyecto en su escápula y ese tatuaje es el comienzo de una acción grabada en vídeo que se mostró a críticos, galeristas, artistas y público en general, luego vino una entrevista personal que, con la excusa del visionado de esta obra, indagaba sobre las complejas y no tan complejas cuestiones referentes a la creación. Un sugerente magma que no es más que otra microcósmica y microscópica expresión de lo que el arte contemporáneo, polimórfico, imprevisible e indefinible, es en la actualidad.


Sin embargo la experiencia que cambió los parámetros creativos y vitales de Frías fue el embarazo y posterior nacimiento de su primera hija; desde ese momento la apuesta de la artista por la lucha de género sufre una variación decisiva y, en cierta manera, novedosa. Renunciando a los clichés feministas más habituales, Frías, opta por acciones vinculadas al acto creativo que dejan en evidencia de una manera frontal, sin pudores malentendidos, su posición de mujer, de artista, de madre y de compañera, apelando a un lenguaje directo y accesible donde el sentido del humor y la ironía cobran un papel protagonista que, en ocasiones, le lleva hasta el sarcasmo. Ejemplo de ello es la serie de fotografías con las que comienza la presente monografía y que tiene por título “Te presto mi cuerpo” (2010-11), en ella la artista aparece embarazada y caracterizada como una prostituta que se ofrece en lugares desolados y nocturnos, un proyecto que nos habla de lo que se compra y de los que se venden, del arte y de su mercado, de la vida y de sus mezquindades, de ese capitalismo salvaje e insolidario que siempre mata y muta justo cuando parece que va a morir. En la serie de vídeos “Muñecos inflados” (2010-12) la autora se sirve de unos muñecos hinchables para dar vida, en clave de parodia, a artistas andaluces como Manolo Bautista o los hermanos MP y MP Rosado. Partiendo de un sencillo juego de palabras que se mueve entre lo absurdo, el tópico y el humor, Frías genera unas acciones que ella misma protagoniza en un avanzado estado de gestación y en las que el enfoque ridículo que le confiere a temas vitales no es más que una crítica encubierta a un status quo profesional en el que la mayoría de los creadores conocidos y reconocidos son hombres. Dos propuestas que sirven de preámbulo a un proyecto trascendental en la carrera de la artista y que lleva por título “Súper M” (2010-13). Con un inicio vinculado al momento en el que la artista se enteró que estaba embarazada, esta propuesta se convierte en una apuesta donde el arte y la vida entran en conexión indisoluble, fruto de la necesidad que siente Frías de crear una nueva identidad que encarnase a una supermujer, artista y madre, que pudiera con todo y superara con éxito esta nueva etapa de la vida, desconocida y llena de incertidumbres. No hay otro camino que hablar de lo propio, de nosotros, de nuestra vida, para ver si somos capaces de hablar también de lo universal, y es por ese motivo que “Súper M” contó con dos fases bien diferenciadas: una primera antes de dar a luz a su hija, en la que la artista plantea todas sus dudas sobre su capacidad para absorber el trabajo y la responsabilidad que su nueva situación de madre conlleva; y una segunda, una vez que se ha producido el nacimiento, que nos habla del instinto protector de la madre hacia sus hijos. Fotografías y vídeos que alcanzan una evidente fortuna estética y que son todo un acierto icónico, pero que, además, poseen una inmediatez conceptual tan flagrante, una transparencia tan cristalina que, en ocasiones y en un curioso contrasentido, provoca más inseguridad e incomodidad que la propia opacidad y el cripticismo de algunos otros enunciados actuales.


En 2012 Frías empieza a trabajar con un nuevo material, el barro, pero sin dejar de lado la reflexión conceptual sobre la maternidad que le ocupa durante todos estos años. Con el nuevo medio realiza algunas piezas complementarias para “Súper M” y también comienza un nuevo proyecto titulado “Semilla blanca”, una propuesta de creación colectiva que tuvo lugar en diferentes ubicaciones de carácter rural y que contó con la participación voluntaria de algunas de las mujeres de la comarca donde se realizaba la acción. Este proyecto, que no forma parte de la selección de la presente publicación, se compone de unas semillas-huevo que las participantes realizan en barro y en las que, una vez cocidas, insertan unos papeles escritos con sus deseos, sus secretos, sus anhelos, sus miedos o sus incertidumbres, convirtiéndose en unas curiosas cápsulas de emociones que las propias mujeres tienen que llevar y depositar, a modo de ofrenda, en alguno de los parajes de la zona. Un planteamiento donde las expectativas y las responsabilidades de ser madre vuelven a entrar en contacto con las emociones propias del ser humano. Alejada de especulaciones insustanciales, Verónica Ruth Frías mantiene un compromiso permanente con la realidad, con una vida que se parece a la de la gran mayoría de mujeres, con unas certezas y unos problemas que son los de la gran mayoría de artistas, un compromiso que le obliga a seguir creando desde la responsabilidad y la lucha. Es por ese motivo que la pieza “El Método Abramovic practicado por Verónica Ruth Frías (no funciona cuando tienes hijos)” (2014) nace a partir de unas declaraciones realizadas por la propia Marina Abramovic en las que señala que una artista, si quería serlo, no podía ser madre. La respuesta de Frías a esa afirmación es una versión del conocido video realizado por Abramovic junto a Lady Gaga y que lleva por título “The Abramovic Method Practiced by Lady Gaga”, en su planteamiento, la artista andaluza recurre a la ironía y parece “dejar claro” que, efectivamente, el Método Abramovic no funciona cuando tienes hijos. Frías filma una serie de escenas compartidas con su hija Myna que recrean las situaciones de la producción original, completándolas con abundante sentido del humor y un ánimo paródico y burlesco evidente, pero también con una serie de momentos emocionantes que, finalmente, consiguen revertir el objetivo inicial para terminar concluyendo que la maravillosa y heterogénea realidad desmonta el estereotipo convencional y reducido expresado por la Abramovic.


Otro de los proyectos de Verónica Ruth Frías que mayor visibilidad ha obtenido por su belleza e iconicidad es “A 153 cm” (2014 – 15), una propuesta que toma su título de la altura de la artista y que se divide en dos partes claramente diferenciadas donde los temas de la culpa y de la redención son tratados de manera independiente pero conexa. En la primera parte, titulada “A 153 cm sobre la tierra”, muestra la preocupación de la artista por el medio ambiente, una preocupación que también tiene que ver con su conciencia de madre ante la incertidumbre de cómo van a encontrar nuestro planeta las futuras generaciones, un temor que se ha acentuado recientemente debido al punto de inflexión que estamos alcanzando, un momento crucial en el que los efectos negativos sobre la naturaleza comienzan a ser evidentes y a derivar en catástrofes y cambios climáticos incontenibles y devastadores. Una investigación que toma la forma de una potente secuencia de imágenes donde la artista va emergiendo literalmente de la tierra a medida que su embarazo va avanzando, culminando con un “doble parto” que alumbra a la artista y a su hija. La relación de la tierra con la maternidad es tomada como eje central de este trabajo que pretende reencontrar ese punto de unión básico entre la tierra y la mujer, esa Madre Tierra a la que le une la capacidad que tienen ambas de dar vida, que la vio nacer y parir, y que, sin duda, también la verá morir. En “A 153 cm sobre el mar”, la segunda parte de esta propuesta que todavía se encuentra en proceso, Frías plantea una curiosa e irónica tesis sobre la que la artista va desarrollando su investigación: que el hijo de Dios que vino a salvar el mundo de sus pecados no fuese un hombre sino una mujer, que el enviado que procuró nuestra redención no fuese un hijo sino una hija de un ser divino cuyo sexo desconocemos. La artista modifica en femenino la parte del Evangelio según San Juan en la que Jesús se presenta frente a sus discípulos caminando sobre las aguas. Una intervención textual sobre el propio escrito, y visual gracias a una acción documentada fotográficamente, en la que Frías camina sobre las aguas del Mediterráneo.  


Quizás sea el proyecto “Leche de artista” (2014) el que de una manera más completa, compleja y abstracta, consigue fusionar y profundizar de forma conjunta en los temas de la creación artística y de la maternidad. “Leche de artista” fue una performance que tuvo lugar en la malagueña Casa Sosota y que contó con veinte voluntarios a los que se les repartió veinte papeles que llevaban escrita la misma pregunta: ¿qué es un artista? La acción comienza cuando Verónica Ruth Frías pide a cada uno de los veinte invitados que responda por escrito a la mencionada cuestión, entonces, los participantes, pueden anotar desde un simple adjetivo hasta una extensa respuesta. Estos formularios, una vez se han contestado, son depositados en una urna, siendo extraídos y leídos por la artista mientras ella va vaciando sus senos con un sacaleches automático de la marca Medela Swing. La leche de artista quedará envasada en veinte frascos pequeños, etiquetados, seriados y numerados, veinte botellas de leche de artista que se ofrecen a las veinte personas participantes junto a un nuevo papel, esta vez con unas instrucciones concretas: que cada uno se haga o se deshaga del preciado líquido como desee y que luego, si quiere, lo cuente. Madre y artista son dos términos que nuestra sociedad ha puesto en contradicción, que los ha convertido en incompatibles, en inviables en concurrencia. “Leche de artista” es el grito de Frías mientras el sacaleches exprime sus pechos. La artista nos alimenta al igual que alimenta a sus hijas, nos ofrece el líquido primigenio, procura la diáspora creativa y nos hace dudar: ¿qué es ser artista? ¿se puede ser madre y artista? ¿todos o ninguno de nosotros somos artistas? ¿sirve de algo ser artista? ¿vale la pena serlo? Quizás, algún día, podamos saberlo.


El último de los grandes temas sobre los que ahora está trabajando Verónica Ruth Frías se refiere a la violencia de género. Con estos proyectos, los más recientes de los desarrollados por la creadora, la artista pretende realizar una labor de concienciación que se basa, como casi siempre lo ha hecho, en el descarnamiento y la frontalidad de los argumentos de una mujer luchadora. El mismo día que Frías realizaba en Artà, Mallorca, su performance “Mira que si te quise (cinco minutos de silencio)” (2015) junto a un grupo de voluntarias que se prestaron a participar en esta acción reivindicativa, fueron encontrados los cadáveres de dos mujeres asesinadas a manos de la pareja de una de ellas. Dos nuevas víctimas que vienen a engordar esa lista de la vergüenza que no para de crecer. Las propuestas de Frías, como todas las suyas, son proyectos necesarios que ponen el punto de mira sobre las aberraciones en las que incurre el ser humano sin que consigamos vislumbrar su fin. “Mira que si te quise” coge su título de una canción popular mejicana cuya estrofa “Mira que si te quise fue por tu pelo, ahora que estás pelona ya no te quiero” se popularizó gracias a una obra de la conocida artista Frida Kahlo. La pieza de Frías es una performance que parte del archivo documental que ha ido realizando la artista, conformado por multitud de vídeos colgados en Youtube, en el que hombres o grupos de mujeres cortan el pelo, de manera violenta, a otras mujeres a las que acusan de haber sido infieles. Aquí es la propia artista la que, sentada en medio de la plaza del pueblo, va viendo como las mujeres, en este caso comprometidas con la causa, van cortando su cabello. Otro proyecto, también de construcción colectiva, que busca la concienciación contra la violencia de género es el que responde al título de "NO" (2015) y que toma como punto de partida aquella imagen icónica y poderosa de Ana Mendieta en la que aparece con la perilla realizada con recortes de pelo de su marido, el también artista Carl André, sobre el que pesa la sospecha del posible asesinato de Mendieta que murió al precipitarse desde un rascacielos en Nueva York. Verónica Ruth Frías imita el gesto de Mendieta y propone a las mujeres que quieran participar que hagan lo propio, que se pongan barbas y se fotografíen con ellas, en una acción que, además de la relación contextual y evidente con la violencia de género, también pretende señalar otro tipo de violencias más sutiles como lo son la dificultad añadida de prosperar, siendo mujer, en cualquier sector profesional. Además, Frías, integra en el proyecto y en sus sucesivas presentaciones expositivas, de una forma paródica y paradójica, algunas maneras de proceder de artistas hombres: la producción seriada y la repetición del módulo del mismo André, el icónico "NO" de Santiago Sierra, el “Blanco sobre blanco” de Malévich, mientras va confiriendo a esas formas asimiladas unos contenidos personales e intransferibles que conectan con su propio planteamiento y con su pertinente reivindicación, con la lucha de una mujer valiente que NO cejará en el empeño.

SERIES INCLUIDAS EN LA PRESENTE MONOGRAFÍA Y SELECCIÓN DE TEXTOS BREVES

Te presto mi cuerpo (2010 - 11)

“Inspiración y transpiración” decía el genio, pues eso, que las musas te pillen trabajando, sudando a chorros como una parturienta a punto de expulsar el feto: “te presté mi cuerpo” dice la madre desencajada por el esfuerzo “ahora te daré mi vida” continúa musitando a gritos. Y desde la potencia de este embarazo, la artista plantea su metáfora fotográfica y nos habla de lo que se compra y de los que se venden, del arte y de su mercado, de la vida y de sus mezquindades, de ese capitalismo salvaje e insolidario que siempre mata y muta justo cuando parece que va a morir.

Fernando Gómez de la Cuesta, Narraciones (extra)ordinarias, ABA Art Contemporani, Palma, 2011

Muñecos inflados (2010 - 12)

En esta serie de videos la autora se sirve de unos muñecos hinchables para dar vida, en clave de parodia, a artistas andaluces como Manolo Bautista o los hermanos MP y MP Rosado. Partiendo de un sencillo juego de palabras que se mueve entre lo absurdo, el tópico y el humor, Frías genera unas acciones que ella misma protagoniza en un avanzado estado de gestación y en las que el enfoque ridículo que le confiere a temas vitales no es más que una crítica encubierta a un status quo profesional en el que la mayoría de los creadores conocidos y reconocidos son hombres.

Fernando Gómez de la Cuesta, “Ella”, Yo, Fundación Rafael Botí, Córdoba, 2015

Súper M (2010-13)

Hace nada jugabas en el barrio, montabas en las atracciones de la feria y dabas tu primer beso, hace nada que acabaste el instituto y te fuiste a la facultad a aprender y a desaprender, hace nada que te enamoraste por enésima vez, hace nada que te compraste una casa y te fuiste a vivir con él, hace nada que te embarazaste, que la llevabas dentro y cuando la pariste te la quedaste para siempre, apenas hace nada. Hay noches que Súper M se duerme con el traje puesto, hay noches que Súper M no duerme. Levántate, aséate rápido y prepara los desayunos, viste a la niña, cuídala y mímala, como hicieron nuestras madres, las buenas madres. Mi mamá me mima pero yo no mimo a mi mamá. Enséñale todo lo que sabes, haz que sea una mujer de provecho, una Súper M. Péinala y llévala al colegio, que aprenda bien, mejor que tú, recógela y ten la comida hecha, dale besos, muchos besos. Sácala al parque para que juegue y cómprale aquellas golosinas que tanto nos gustaban. Protégela cada hora, cada minuto, cada segundo, porque los peligros acechan. La niebla es densa, la vista apenas te alcanza y el viento sopla fuerte, los lobos se ocultan entre la maleza y las hienas ríen. Super M protege a su cría, el bosque puede ser muy frío, inhóspito, el bosque puede ser salvaje, como el hombre, la peor de las fieras, ve diciéndoselo, que no le pille por sorpresa: el hombre es un lobo para el hombre. Y dile también que la quieres y quiérela con toda tu alma. Limpia la casa, báñala y ponle el pijama, haz la cena y lava los platos, cuéntale un cuento, cuéntale aquel cuento de aquella niña rubia con los ojos claros que su abuelo llamaba “Perlita”, de aquella niña con sangre en las rodillas y cardenales en los muslos, de aquella niña que todo lo soñaba y que todo lo podía, que hipnotizaba gorriones y se subía a los árboles para volar con ellos ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es Súper M, Súper M de supermujer, Súper M de supermadre, Súper M de superartista.

Fernando Gómez de la Cuesta, “Súper M”, Certamen Andaluz de Artes Plásticas 2012, Instituto Andaluz de la Juventud, Málaga, 2012

El Método Abramovic (2014)

Este proyecto nace a partir de unas declaraciones realizadas por Marina Abramovic en las que señala que una artista no podía ser madre. El presente video es una versión de una obra realizada por la propia Abramovic y Lady Gaga que lleva por título “The Abramovic Method Practiced by Lady Gaga”, en la que Frías, recurriendo a la ironía, parece dejar claro que efectivamente el Método Abramovic no funciona cuando tienes hijos. La artista plantea una serie de escenas compartidas con su hija Myna que recrean las situaciones de la conocida pieza, en este caso llenas de sentido del humor y con un ánimo paródico y burlesco evidente, pero también con momentos emocionantes que consiguen revertir el objetivo inicial para terminar concluyendo que la maravillosa y heterogénea realidad desmonta el estereotipo expresado por la Abramovic.

Fernando Gómez de la Cuesta, “Ella”, Yo, Fundación Rafael Botí, Córdoba, 2015

A 153 cm (2014 - 15)

A 153 cm sobre la tierra. La culpa

Esta primera parte del proyecto muestra la preocupación de la artista por el medio ambiente, por la Madre Tierra y por cómo se van a encontrar nuestro planeta las futuras generaciones, un temor relativamente reciente debido al punto de inflexión que estamos alcanzando, un momento crucial en el que los efectos negativos sobre la naturaleza comienzan a ser evidentes y a derivar en catástrofes y cambios climáticos incontenibles. La relación de la tierra con la maternidad, uno de los conceptos recurrentes en las investigaciones de Frías, es tomada como eje central de este trabajo cuyo título coincide con la altura física de una artista que pretende reencontrar ese punto de unión básico entre la tierra y la mujer, esa tierra a la que le une la capacidad de dar vida, que la vio nacer y parir y que, sin duda, la verá morir. 

Fernando Gómez de la Cuesta, “Ella”, Yo, Fundación Rafael Botí, Córdoba, 2015

A  153 cm sobre el mar. La redención

La segunda parte de esta propuesta, todavía en proceso, plantea una curiosa tesis sobre la que la artista está desarrollando su investigación: que el hijo de Dios que vino a salvar el mundo de sus pecados no fuese un hombre sino una mujer, que el enviado que  procuró nuestra redención no fuese un hijo sino una hija de un ser divino cuyo sexo desconocemos. La artista modifica en femenino la parte del Evangelio según San Juan en la que Jesús se presenta frente a sus discípulos caminando sobre las aguas. Una intervención textual sobre el propio escrito y visual gracias a una acción, documentada fotográficamente, en la que Frías camina sobre las aguas del Mediterráneo.  

Fernando Gómez de la Cuesta, A 153 cm sobre el mar. La redención, Curatoria AIR, Cala Ratjada, Mallorca, 2015

Leche de artista (2014)

I - El objeto

La leche de artista es una sustancia producida por una mujer artista. La leche de artista es un alimento natural, una nutriente básica de un característico color blanco que ha sido testada con éxito desde el inicio de los tiempos. Un producto que ha demostrado sus efectos beneficiosos para el ser humano, fundamentalmente en las primeras etapas de su vida, y que está recomendado de manera específica para el fomento de la creatividad o cualquier otro desarrollo que requiera un alto grado de imaginación, inteligencia, intuición y emoción. Para que una mujer artista pueda iniciar la producción seriada de su leche limitada de artista debe haber atendido antes la demanda de leche materna de artista que requieren todos sus hijos lactantes, para ello, la propia madre, tiene que estar suficientemente alimentada y gozar de la mínima tranquilidad necesaria. La leche de artista no debe confundirse con la mala leche de artista, esencial para la supervivencia de la propia artista, o la leche de artista mala, un liquido insustancial que adolece de todos los efectos beneficiosos que se observan en la genuina y estimulante leche de artista. La leche de artista debe consumirse con moderación puesto que su ingesta en exceso puede provocar efectos negativos que, en la mayoría de los casos descritos, dependen del carácter mismo de la artista que ha producido la leche. La auténtica leche de artista es una edición limitada y controlada por la propia artista.

II - La acción

Veinte personas, veinte papeles en blanco y veinte lápices. Cada papel lleva escrita la misma pregunta: ¿qué es un artista? La acción comienza cuando Verónica Ruth Frías pide que cada uno de los veinte invitados responda por escrito a esa pregunta, entonces, el público asistente, puede anotar desde un simple adjetivo hasta una extensa respuesta. Estos formularios se depositarán en una urna, siendo extraídos y leídos por la artista mientras va vaciando sus senos con un sacaleches automático de la marca Medela Swing. La leche de artista quedará envasada en veinte frascos pequeños, etiquetados, seriados y numerados, veinte botellas de leche de artista que se ofrecerán a las veinte personas participantes junto a un nuevo papel, esta vez con unas instrucciones concretas: que cada uno se haga o se deshaga del preciado líquido como desee, que lo tire al inodoro, que riegue una planta o que se lo eche en el café, que lo cuaje, se lo coma, se lo beba y luego lo mee.

III - El objetivo

Madre y artista, dos términos que nuestra sociedad ha puesto en contradicción, que los ha convertido en incompatibles, inviables en concurrencia: o lo uno o lo otro o nada de nada. “Mierda de artista” excretó Manzoni mientras Warhol se orinaba en un lienzo, “leche de artista” grita Frías mientras el sacaleches exprime sus pechos. La artista nos alimenta al igual que alimenta a sus hijas, nos ofrece el líquido seminal, procura la diáspora creativa y nos hace dudar: ¿qué es ser artista? ¿se puede ser madre y artista? ¿todos o ninguno de nosotros somos artistas? ¿sirve de algo ser artista? ¿vale la pena serlo? Quizás, algún día, podamos saberlo.

Fernando Gómez de la Cuesta, Leche de artista, Casa Sostoa, Málaga, 2014

Mira que si te quise (2015)

El mismo día que Verónica Ruth Frías realizaba en Artà, Mallorca, su performance “Mira que si te quise (cinco minutos de silencio)” junto a un grupo de voluntarias que se prestaron a participar en esta acción reivindicativa, fueron encontrados los cadáveres de dos mujeres asesinadas a manos de la pareja de una de ellas que, días antes, habían desaparecido en la ciudad de Cuenca. Dos nuevas víctimas que vienen a engordar esa lista de la vergüenza que no para de crecer. Las propuestas de Frías, como todas las suyas, son proyectos necesarios que ponen el punto de mira sobre las aberraciones en las que incurre el ser humano sin que consigamos vislumbrar su fin. “Mira que si te quise” coge su título de una canción popular mejicana cuya estrofa “Mira que si te quise fue por tu pelo, ahora que estás pelona ya no te quiero” se popularizó gracias a una obra de la conocida artista Frida Kahlo. La pieza de Frías es una performance que parte del archivo documental que ha ido realizando la artista, conformado por multitud de vídeos colgados en Youtube, en el que hombres o grupos de mujeres cortan el pelo, de manera violenta, a otras a las que acusan de haber sido infieles.

Fernando Gómez de la Cuesta, Mira que si te quise, Curatoria AIR, Artà, Mallorca, 2015

NO (2015)

El proyecto "NO" parte de aquella imagen icónica y poderosa de Ana Mendieta en la que aparece con la perilla realizada con recortes de pelo de su marido, el también artista Carl André, sobre el que pesa la sospecha del posible asesinato de Mendieta que murió al precipitarse desde un rascacielos en Nueva York. Verónica Ruth Frías imita el gesto de Mendieta y propone a las mujeres que quieran participar que hagan lo propio, que se pongan barbas y se fotografíen con ellas, en una acción que pretende dejar en evidencia la dificultad añadida de prosperar, siendo mujer, en cualquier sector profesional. Además, Frías, integra en el proyecto y en sus sucesivas presentaciones expositivas, de una forma paródica y paradójica, algunas maneras de proceder de artistas hombres: la producción seriada y la repetición del módulo del mismo André, el icónico "NO" de Santiago Sierra, el “Blanco sobre blanco” de Malévich, mientras va confiriendo a esas formas asimiladas unos contenidos personales e intransferibles que conectan con su propio planteamiento y con su pertinente reivindicación.

Fernando Gómez de la Cuesta, NO, I Festival Internacional de Arte Contemporáneo de Saltillo, Saltillo, Coahuila, México, 2015

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