"Arte sonoro en España (1961-2016)"

“ARTE SONORO EN ESPAÑA (1961-2016)”
Comisarios: José Iges y José Luis Maire
*publicado en ABC Cultural 13.02.2016

Museu Fundación Juan March de Palma
Del 10 de febrero al 21 de mayo de 2016
Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca
Del 16 de junio al 18 de septiembre de 2016
Fundación Juan March de Madrid
Del 14 de octubre de 2016 al 15 de enero de 2017

Una interferencia necesaria
La exposición “Arte Sonoro en España (1961-2016)” parece un gesto oportuno para completar esa historia del arte que hasta hace poco no ha prestado la atención que debiera a lo sonoro. El museo, los museos, nacieron concebidos para la mirada, para la visión perpendicular de un espectador que deambula y que se detiene ante las obras en unos espacios que, a pesar de su evolución, todavía se revelan incómodos, llenos de aristas, inadaptaciones y contaminaciones, cuando lo que se muestra son esos formatos de arte que poseen otro tiempo y otra materialidad, otra apreciación y diferentes escuchas, unas derivas que el museo acepta con dificultad y que todavía –aunque cada vez menos- siguen compareciendo ajenas al lugar que las “acoge”. Los comisarios del proyecto, Iges y Maire, tratan de contribuir a la superación de ese extrañamiento con una propuesta que se convierte en una toma de posición en el seno del propio museo, un acto que asume dos retos: por un lado la construcción de una amplia selección de obras y documentos que pretenden mostrar los orígenes, la diversidad de trayectorias y la vitalidad del arte sonoro realizado en España y, por otro, integrar esa selección dentro de los recorridos expositivos de las colecciones de los museos de Palma y de Cuenca, unos itinerarios preexistentes que, con sus respectivas peculiaridades, dejan un reflejo del arte español del siglo XX centrado en la pintura y en la escultura.

OSCAR ABRIL ASCASO "Obras sobre el silencio" (2002)

Se trata por lo tanto de una propuesta fluida y polimórfica, tan inmaterial y heterogénea como su propio objeto de estudio, un proyecto cambiante para cada una de las sedes de la itinerancia que no se limita a ocupar las salas de exposiciones temporales sino que, en una minuciosa labor de “mesa de mezclas”, ha querido resolver las “carencias sonoras” de esas colecciones, “interviniendo” el recorrido del propio museo con las piezas que forman parte de esta exposición. El discurso de la colección permanente de la Fundación Juan March de Palma –institución que ahora alberga la presente muestra- tiene una clara vocación pedagógica. Situado en un edificio del XVII, la selección nos enseña de forma más o menos cronológica y explicativa obras de los artistas y de las tendencias que se dieron en España durante el siglo pasado, desde nuestros exponentes en las vanguardias históricas, a los integrantes de Dau al Set, El Paso, Parpalló, o el grupo de Cuenca, para concluir con piezas de algunos de los principales representantes del arte español que han desarrollado su trabajo en la segunda mitad del siglo XX. Un itinerario relativamente breve, aunque descriptivo y contextualizador, de la pintura y de la escultura española que, sin embargo, no contiene referencia alguna al arte sonoro, al video, a la fotografía o a la performance.

La poesía permutatoria de CIRLOT junto a una pieza de CUIXART

Desde esa carencia es desde donde operan los comisarios para integrar su propia exposición en el recorrido habitual del museo, entendiendo esta propuesta como una interferencia necesaria, como ese acoplamiento sonoro que completa lo preexistente: dos ondas que se superponen para formar una nueva de mayor alcance que perfecciona de manera eficiente y dialogada aquello que le precede. Esta interferencia (ex)positiva provoca que obras sonoras y visuales convivan, algunas directamente relacionadas, otras con nexos más sutiles que deben ser leídos y escuchados con atención, observando las maneras con las que el sonido pone en cuestión el espacio expositivo tradicional y analizando la afección recíproca entre la obra pictórica, la escultórica y la sonora. En ese contexto comparece, por ejemplo, la poesía permutatoria de Cirlot junto a “Pintura” (1959) de Cuixart, la documentación del proyecto “La lengua de los pájaros” que Eva Lootz desarrolló en el Palacio de Cristal de Madrid (2002) junto a su “Cuadro negro” de 1974, o “Elecciones-crisis” (1978) de Francesc Abad y Ramon Santos, una obra que proyecta imágenes de políticos franquistas, de mesas electorales, de pintadas reivindicativas en los muros y de los nuevos líderes democráticos, a la vez que se reproduce un audio de música pop que suena junto a los discursos y las sintonías de la primera campaña democrática en España, una pieza que se muestra frente a “La salita” (1970) la conocida versión de “Las Meninas” de Velázquez que realiza Equipo Crónica, una deliberada “interferencia curatorial” que nos lleva desde el Siglo de Oro hasta la Transición en un interesante juego de miradas, quizás algo velazqueño también, que nos permite contemplar una escena de la que, sin duda, somos parte.

LUGÁN "Grifos sonoros" (1972) 
Este proceso de integración va generando superposiciones, alguna injerencia y pequeños solapamientos, pero también interesantes simbiosis, retroalimentaciones, estímulos mutuos y crecimientos (in)sospechados, mientras se mantiene una búsqueda permanente del intersticio, de aquellos resquicios que se habían quedado sin completar y que ahora son ocupados y redefinidos gracias al discurso y el transcurso de esta exposición. No se trata de una “invasión” sino de una complementación, de la creación de un nuevo espacio sonoro (y visual) que se incorpora al espacio físico (y visual) preexistente con un ánimo extenso que le hace referirse a pioneros del arte sonoro como Grupo Zaj, Valcárcel Medina o LUGÁN, que le obliga a explorar la relación con el sonido de Chirino, Millares, Sempere o Alexanco, a mostrar obras de Walter Marchetti, Juan Muñoz, Orts, Hidalgo, Nacho Criado, Elena Asins, Eugènia Balcells o Eugeni Bonet, o a seleccionar grabaciones y prácticas sonoras que se presentaron alejadas de los formatos más reconocibles, u otras que planteaban el soporte de grabación como medio artístico, como las de Llorenç Barber, Oscar Abril Ascaso o Javier Maderuelo. Una selección que, como todas las de este tipo, cuenta con alguna ausencia y con sus propios límites.

MIKEL ARCE "WAV" (2004)
Nada más traspasar la entrada del edificio, suspendida de la cúpula que ilumina la escalera principal, aparece la pieza “Mirlitones” (2012) de Bosch & Simons, una instalación que inaugura una sucesión de esculturas sonoras que se van alternando durante todo el recorrido expositivo y entre las que destacan “L’Isla des Neumas” (2008) de González-Arroyo, “Luci: sin nombre y sin memoria” (2008) de Berenguer, la hipnótica “WAV” (2004) de Mikel Arce, la reflexión de José Iges y Concha Jerez sobre la obsolescencia tecnológica y su vínculo con la memoria titulada “Inventario” (1992-1998), la irónica “Música Zaj” (1999) de Esther Ferrer, o la fonografía con la que Xavier Erkizia –al igual que hará Juanjo Palacios en Cuenca- pretende desvelarnos como “suena el museo”, un trabajo notarial y luego compositivo, que se reproduce por un altavoz completamente “visible”. La propia sensibilidad contextual de la propuesta y su carácter cambiante, adaptable y poroso, motiva a los comisarios a establecer también una serie de nexos con las sucesivas ciudades que la acogen. En Palma destaca la inclusión de una selección de documentación y piezas vinculadas al proyecto “Sarajevo” (1994) que Wolf Vostell desarrolló para la Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca a raíz de la preocupación que le produjo la Guerra de los Balcanes. Un proyecto intermedia que el creador denominó “ambiente-escultura-musical”, desarrollado mediante un happening en el que Vostell se valía de tres pianos sobre los que intervino con diferentes elementos: sierras mecánicas, una moto, cadenas, televisores, cámaras y demás artilugios pertenecientes a su inventario habitual.

WOLF VOSTELL "Sarajevo" (1994)
“Arte Sonoro en España (1961-2016)” es un proyecto pleno de emisiones y de retroalimentaciones, de contextos marcados, influencias, adaptaciones y mutaciones que, sin embargo, no se enfrentará a la asepsia del cubo blanco y a la edición de la publicación que recoge toda esta investigación, hasta su llegada a Madrid en octubre de este año. Una propuesta en continuo proceso que, como señala el propio Iges, nace de la voluntad de “orquestar” el sonido, de ir “afinándolo”, para poder seguir escribiendo, entre todos, el relato del arte sonoro de nuestro país

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