Gómezdelacuesta
-Sobre el proyecto Caída libre de Adriana Cerecero-
Vuela tú mi hermana, la paloma supermana,
mira que en la red, Spiderman te atrapa.
Sobre la ciudad, da un salto tú muy grande,
no dejes que el coste de la vida te agarre.
[“Superhéroes de barrio”, Échate un cantecito, Kiko Veneno, BMG-Ariola, 1992]
La caída libre tiene poco de libre: siempre caes hacia abajo, en línea recta y a una velocidad que la gravedad va acelerando sin solución de continuidad, el golpe suele ser fuerte, muy fuerte. En la lucha, en nuestra lucha diaria, los golpes también son fuertes y tampoco hay libertad, un combate que comparece aprisionado en el cuadrilátero de un confort que creíamos haber construido para siempre pero que ha terminado arrinconándonos contra las cuerdas del capital, del poder, de la política y de nuestro propio egoísmo, de nuestra desmesurada codicia. Ahora tenemos que ver si saltamos fuera del ring, si somos capaces de seguir la pelea en el único lugar habilitado para el cambio, en ese espacio ilimitado donde no hay normas, fuera del escenario que nos han marcado, allí donde podemos volver a ser felices o, al menos, luchar por ello.
Un andamio dentro de un edificio, pero no en un edificio cualquiera, un andamio en medio de la sede de la Tesorería General de la Seguridad Social, con todo lo que eso implica. Muchas palabras para una sola construcción en una época de austeridad convulsa, ahora los excesos se pagan y manejando tantos términos –social, seguridad, general, tesorería- es fácil que nos equivoquemos, conceptos que empiezan a cambiar su significado, a mutar su contenido, veremos en lo que quedan, veremos lo que nos dejan. Adriana Cerecero no está dispuesta a conformarse, interviene el vestíbulo, lo ocupa –nunca mejor dicho- y se sale del escenario marcado con una instalación que reivindica, que remueve, con una singular alegoría de nuestras vidas, de unas vidas que, cada vez, tienen más de lucha estéril en franca caída libre, de aspaviento de moribundo antes de golpearse contra el suelo.
En este edificio de la Seguridad Social –palabras que van declinando en una curiosa contradicción- no están en obras, ya lo estuvieron no hace mucho tiempo pero eran de ampliación, ahora deberían estar de reformas, o mejor, de demolición, conviene que lo estén, la estructura sobre la que construyeron su sede ya no se aguanta, ni con andamios ni con puntales, hay que echarla abajo y empezar de nuevo, tabula rasa, gritan algunos. Un inspector de trabajo –pasan muchos por allí- debería multar este andamiaje, seguro que no cumple con las normas básicas en prevención de riesgos laborales. Del andamio cuelgan hilos de amate, un nexo con la tradición, con nuestra verdadera esencia, líneas de vida les llama la artista y, agarrados a ese amate privilegiado, personas suspendidas en el aire, con el abismo sin fin debajo y el infinito prometedor hacia arriba, gente extraordinariamente corriente, trabajadores y luchadores, superhéroes de barrio.
*Texto para el desplegable del proyecto Caída libre de Adriana Cerecero.
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