Miquel Mesquida - La (divina) comedia humana


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Buonarroti, la genialidad del espíritu.

Primer acto. Los clásicos nunca lo son por casualidad, algunos dicen que lo son porque consiguieron desvincularse de su tiempo, de todos los tiempos, porque son creadores atemporales y por ese motivo su obra no pasa de moda, no queda obsoleta, no pierde interés ni esencia. Yo prefiero pensar que los clásicos son justo lo contrario: seres extraordinarios que, precisamente, han conseguido vincularse a todos y cada uno de los tiempos, al presente, al pasado y al futuro, individuos superdotados que conectan con cualquier época y que se implican en todas ellas, que siempre están, que siempre son y que siempre nos marcan el camino, al menos alguno de los posibles caminos. No, no son seres atemporales, en realidad son artistas omnipresentes, genios sin la posibilidad de renunciar.

Miguel Ángel Bounarroti es uno de esos genios, seguramente es el genio entre los genios y, como genio singular, siempre ha estado presente, incluso ahora. Para estar en todos los sitios –y en todos los momentos- hay que defender ideas eternas a las que el paso del tiempo no les haga perder trascendencia, hay que decir verdades aunque sólo dejen conforme a uno mismo, hay que ser sinceros, premonitores y antecesores, hay que ser trabajadores, preclaros y asertivos, porque complacer a todo el mundo es la manera más sencilla de fracasar y de ser olvidado, es la forma más fácil de lograr un éxito momentáneo y vacuo, es el medio más simple para alcanzar el triunfo fugaz de la demagogia insostenible. Buonarroti lo sabía muy bien y también sabía que el hombre tiende a la desmesura, que coge todo lo que puede aunque sea más de lo que debe, asumía nuestra imperfección, nuestros vicios y nuestro característico exceso, lo dejaba en evidencia en sus piezas, criticaba al poder desde el poder, a la sociedad desde sus mismas entrañas y manifestaba nuestras miserias  mientras admirábamos su arte.

Eterno retorno, nada ha cambiado, volvemos al lodo. Miquel Mesquida –otro de esos seres hipersensibles- ha percibido con meridiana claridad la vigencia del genio, no sólo en la maravilla de sus composiciones, si no también en la potencia de sus contenidos y en lo afinado de su crítica. De nuevo venimos de la más absoluta desmesura, hemos vuelto a sobrepasar nuestros peores excesos trascendiendo nuestros límites de una forma egoísta e irresponsable, confundiendo libertad con libertinaje, otra vez hemos sido expulsados del Edén y no sabemos cuando podremos volver, ni siquiera si algún día retornaremos. Mesquida construye su propia capilla, partiendo de la Sixtina, en el refectorio abovedado del Convent de la Missió de Palma, dejando en evidencia la validez permanente de la visión precursora de Miguel Ángel, de sus profetas y de sus sibilas que nos anticipaban la pérdida de ese paraíso que nos regalaron y que no supimos conservar, como Adán y Eva, como ese Faetón al que le dejaron conducir, sin merecerlo, el carro dorado del sol y al que hubo que descabalgar por su propia impericia, por su desproporcionada soberbia, eterno retorno, nada ha cambiado, volvemos al lodo.



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Dèluge Universel: Arcano-e.

Segundo acto. Así sea, así es. Un final que según como se mire puede ser un inicio, puede ser un drástico principio, un comienzo. Y también comparece una mano, la mano divina que resulta ser la mano del mercado, la del capital, la del poder verdadero, una mano que no es como Adam Smith nos la había descrito, nada de autorregularse, nada de laissez faire que todo se arregla, aquí no se arregla nada, aquí está todo roto y esto no lo arregla ni dios, sea quien sea, pueda lo que pueda. Una mano que coge lo que quiere y que le da igual lo demás, una mano y de la mano un dedo, un dedo que nos señala la puerta de salida y el inicio de unas escaleras que descienden hacia un lugar peor que el infierno, unas escaleras que bajan directas hacia la más cruda realidad, llevábamos tanto tiempo viviendo en nuestra gran y maravillosa mentira que ya no recordábamos lo dura que es la vida, la vida de verdad.

Estamos en pleno diluvio, en el centro de la tormenta y Noé no se acordó de muchos de nosotros, no nos llamó para entrar en el arca y ahora, por más brazadas que demos, no la alcanzamos de ninguna de las maneras. Quizás sea mejor dejar que el mar nos engulla y, si no nos ahoga, dejar que nos arroje sobre la isla, sobre alguna isla, sobre cualquier isla, entonces es posible que sea el momento de volver a empezar, de comenzar de nuevo, porque para que nazca algo radicalmente diferente hay que arrasar con lo anterior, hay que destruirlo todo y, la verdad, es que destrozarlo era muy fácil, no había cimientos y las estructuras eran de cartón-piedra, así que ahora, en medio de la tormenta, todo desaparece, todo se rompe, todo se ahoga, todo se muere.

Noé hace tiempo que construyó su arca, hace tiempo que recibió un soplo como los buenos brokers, no digo que Noé sea un enchufado, ni que juegue con nuestras vidas, ni con ventaja, tan sólo constato una evidencia. Ahora la gente es más fina y a esto le llaman tráfico de información privilegiada, pues eso, a Noé le dieron el chivatazo y se puso a hacer los planos de su barco con Arquímedes en la cabeza, él sabía lo que se nos venía encima y su arca tenía que flotar, y su arca flotó. Pero antes empezó a guardar en su nave todo lo bueno que se le ocurría, y alguna cosa mala, claro, Noé es un hombre y fallar es cosa de humanos. Sigue la lluvia, una lluvia que es tanto de tormenta como de llanto, veremos cuando amaine el temporal dónde nos quedamos, y quiénes somos, y para qué servimos.

Después de la tormenta siempre viene la calma y entonces nos plantearemos si sabemos aprovecharla; poco a poco las aguas volverán a su cauce y nosotros nos quedaremos en el dique seco, en nuestro personal e intransferible Ararat, y desde esa colina veremos un mundo nuevo: seremos como alienígenas venidos de otro planeta, lo miraremos todo con ojos curiosos, con otros ojos, con dudas y, quizás, con cierto escepticismo motivado por el recuerdo, es posible que nuestra memoria nos juegue malas pasadas, ya veremos. Los cambios deben empezar en uno mismo y luego en la sociedad, en la moral y en esa ética que perdimos hace tiempo, que nos convirtió en un nuevo experimento fallido, en cómplices y víctimas de una estafa a nivel mundial que, finalmente, está acabando con nosotros… ¿resistiremos?   



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Un epílogo luminoso

Algunos resistirán, algunos resistiremos, porque al final del túnel siempre hay una luz, un punto que ilumina el camino del viajero, de supervivientes como Miquel Mesquida, de tipos que consiguieron derivar su inquietud para encontrar el sentido, su sentido, de gente que se equivoca y aprende continuamente, de aquellos que defienden sus ideas y reconocen sus errores, de individuos que tratan de pensar en colectivo, de seres humanos que expresan sus emociones, sus inseguridades y su rabia. Miquel Mesquida resistirá pintando desde las entrañas, desde sus mismas entrañas, porque no sabe hacerlo de otra manera, y construirá su propia arca, el arca de Miquel, y la llenará de cosas valiosas y de alguna que no lo será tanto, y llevará su arca a ABA Art de Palma y allí esperará un nuevo diluvio, o que salga el sol, quién sabe, esperará pero no estará quieto, ni sentado, ni conforme, eso seguro.   

*Texto del catálogo editado con motivo de la exposición de Miquel Mesquida en ABA Art - Convent de la Missió, septiembre de 2012 y en ABA Art Contemporani, diciembre de 2012.         

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