-La Residencia de Deià-*
Por su arte los conoceréis y por nuestro arte nos conocen. A veces es necesario recurrir al tópico para dejar más claro lo evidente, y es que nuestra singular ubicación, esa especial localización de España en la encrucijada entre Europa y África, en una península bañada por el Mediterráneo pero también por el Atlántico, ha hecho que nuestro país haya albergado, a lo largo de los siglos, multitud de culturas, un crisol de pueblos que ha ido dejando en nosotros un sustrato innegable, un valor añadido al que nunca debemos renunciar. Somos lo que somos gracias a las civilizaciones que aquí nacieron y que por aquí pasaron, somos mestizos y ese es uno de nuestros principales atractivos. La(s) cultura(s) siempre suma(n) y los que no quieran entenderlo son la gente que de verdad nos resta, aquellos tipos que no interesan.
Y sin duda la escultura es cultura, una de esas expresiones humanas que nos sirve para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, quizás una de las más significativas por su elevado componente icónico, conmemorativo, por su presencia pública, por la perdurabilidad de sus materiales, por su carácter físico, por las dimensiones que a veces frecuenta, por esa parte mística, de objeto de culto, y también, por qué no decirlo, de fetiche, de tótem al que adorar. La escultura es uno de los símbolos más característicos de cualquier pueblo, una manifestación artística que, con el devenir de los tiempos, ha ido componiendo el sugerente camino, lleno de herencias e influencias, que la humanidad sigue recorriendo.
El arte contemporáneo, con su indudable capacidad de absorción, refleja de distintas formas –y cada artista la suya- toda esta base escultórica sobre la que hemos ido levantando los cimientos de la creación contemporánea: instalaciones, espacios, intervenciones, ensamblajes, disociaciones, desvinculaciones y virtualidades, conforman esa nueva escultura que se va redefiniendo a la misma velocidad con la que todos vamos viajando. Y es de creación contemporánea, precisamente, de lo que queremos hablar, de un jardín de esculturas –la mejor forma de disfrutarlas- que se ubica en los exteriores del magnífico hotel La Residencia de Deià.
Moviéndose entre esa tendencia abstracta, constructivista, espacial y volumétrica de la que los pioneros de Grupo Gaur –Chillida, Oteiza, Basterretxea y compañía- sentaron las bases, hace años, de aquella forma de hacer las cosas en las que no sólo la materia, si no también el vacío y los espacios que rodean la pieza cobran importancia, a la vertiente de la expresión escultórica figurativa, es por donde oscila el diapasón de este proyecto. Betty Gold, Jedd Novatt, Patrick Guino, Pedro Txillida, pero también Ferran Aguiló, Jeroni Bosch, Pep Canyelles, Joan Costa, Antoni Ferragut o Rafa Forteza, todos dirigidos por el comisariado del también escultor Juan Waelder, dan cumplida muestra de estos desarrollos en un jardín que sirve de memoria de las infinitas culturas que nos iluminan.
*Publicado en el Youthing nº458 de 9 de marzo de 2012.
*Publicado en el Youthing nº458 de 9 de marzo de 2012.
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