
Donde hay BIDA hay esperanza.
-Sobre la exposición de Kepa Garraza en Louis 21*-
En estos momentos de crisis financiera pero también de ideas, de ética, de estética y de concepto, en estos días de ceses de actividades armadas con tufo a pasteleo, pongamos una bomba, quememos el Guernica que, a fin de cuentas, ya no sirve para nada, pulvericemos a martillazos todas las esculturas clásicas, las buenas y las malas, hagamos un graffiti sobre un Morris Louis o sobre lo que nos dé la gana, secuestremos a Damien Hirst y robemos algún Murakami. Carguémonos el mercado, hagamos terrorismo artístico e intentemos cambiar las cosas, a golpes, a palos, por que desde nuestro sillón de piel, viendo la tele, vagando por Internet, jaleando a Messi o insultando políticos, esto no hay quién lo componga, ni los del 15M que tienen soluciones para todo, esto no lo arregla ni Dios, que también anda con crisis.
Kepa Garraza no es Dios, ni siquiera se parece a Steve Jobs, pero tiene una maza, y ganas, y músculo, y algo de mala leche, y pinta de maravilla, mejor que muchos, y su concepto es, precisamente, el de la crisis de los conceptos que atravesamos, el de que vamos a peor, sin rumbo y sin remedio. Garraza intenta cambiarlo desde dentro, como un buen activista, como un buen virus, como uno de los BIDA, como un miembro de un comando de las Brigadas Internacionales para la Destrucción del Arte. Y destruye este arte que nos sepulta, que nos atonta, que nos mata, para ver si hay vida en algún lado, y si hay vida hay esperanza, bueno, eso dicen, porque esperanzas, lo que se dice esperanzas, me quedan pocas, y una de ellas es Kepa, de apellido, Garraza.
*Publicado en la revista Youthing nº449 de 28 de octubre de 2011
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