
El desasosiego.
-Sobre la instalación de Jacobo Castellano en el Espai Quatre de Palma-*
Ahora parece que el mundo se está enfadando
y la gente en las calles ya no atiende a razón.
(“Adiós corazón”, Reconstrucción, Deluxe, Virgin, 2008)
Nos falta el sosiego, perdimos la calma. Todos pensábamos que íbamos a ser felices de manera casi irreversible, creímos poder adquirir cualquier cosa malgastando de forma obscena, incluso chulesca; imaginamos que podríamos comprar todo el tiempo del mundo, un tiempo que nos daría una tranquilidad infinita, que nos permitiría un confort eterno del que ahora carecemos. No hay consuelo, no hay descanso ni para el guerrero, no hay cobijo ni en nuestro país, ¿qué país?, ni en nuestra ciudad, ni en nuestra propia casa, un hogar que creímos nuestro y que el tiempo –que no pudimos comprar con un dinero que nunca tuvimos- nos ha ido demostrando que tampoco lo era.
Abrimos las puertas de ese hogar –que ha dejado de ser nuestro por muchos y diferentes motivos- y no medimos las consecuencias, perdimos el refugio y el referente, y con ello, de nuevo, volvimos a perder la calma. Abrimos un enorme agujero por el que se nos cuela el desconsuelo, la alienación y la náusea, y por el que arrojamos nuestro tiempo, nuestras fuerzas, nuestra intimidad y nuestra voluntad. Un gran hermano vomitivo de dimensiones épicas, con criterios patéticos y jueces antiéticos que miran de reojo las pantallas mientras se masturban con el saldo de sus cuentas. Perdimos las referencias, las direcciones y algunas amistades, perdimos lo nuestro, lo que creíamos nuestro y no obtuvimos nada a cambio. Quizás también se perdió el amor, vete a saber, y todo fue, sin duda, porque perdimos la calma.
En esta década del desasosiego que recién comenzamos, incluso nuestro propio olor, nuestro propio hedor, nos crispará. Padecemos de velocidad nauseabunda, como ya la padecíamos, pero ahora sin destino, y ya se sabe, correr por correr es tontería. Antes íbamos frenéticamente en pos de lo que pensábamos que era el éxito, y ahora vamos, a mayor velocidad si cabe, hacia el abismo más completo. Sin calma no hay placer y no hablo sólo de sexo. Sumidos en el desasosiego es imposible disfrutar, apenas es posible vivir y, seguramente, no somos los que peor estamos, ni mucho menos. Siempre nos quedará el vino, si podemos pagarlo, y un gintonic para desanudar los nervios que atenazan nuestro estómago, aunque sea a costa de aumentar la úlcera que también lo amenaza.
“Malos tiempos” titula su propuesta para el Espai Quatre del Casal Solleric el jienense Jacobo Castellano. Una intervención en la que el creador va introduciendo y uniendo elementos extraños y afines por algún sutil motivo, creando construcciones paradójicas e insertándolas en el ámbito artístico, mientras expresan su propia parábola vital, entre biográfica e irónica, voluntariamente desconcertante como buena metáfora, que lo es, de este desasosiego contemporáneo que nos ha tocado vivir. Una propuesta sin concesiones que invita al espectador a buscar refugio en otros lugares y en otros tiempos que, quizás, no sean tan malos como éste.
*Publicado en la revista Youthing.
No hay comentarios:
Publicar un comentario