Marlon Azambuja - Espai quatre - Casal Solleric



Apenas un milímetro sobre el mar.

-Sobre la instalación de Marlon de Azambuja en el Espai Quatre de Palma-*

Para los que somos mediterráneos la conciencia del mar es permanente y precisa, consustancial a nosotros. Rodeándonos sin opción se convierte en el elemento que mejor nos define, que nos caracteriza, la piedra angular alrededor de la que giran casi todos los engranajes vitales de los isleños, aquellos evidentes y alimenticios, también los de cierto componente espiritual, desde el ocio hasta el negocio. Un Mediterráneo envolvente, protector, en ocasiones comunicador, en otras barrera difícilmente franqueable que, a la vez, es uno y múltiples mares.

Así, la relación que Marlon de Azambuja nos plantea en su intervención titulada “Niveles” para el Espai Quatre del Casal Solleric, nos coge bien cerca, una propuesta poética, deliberadamente contradictoria, escultórica desde el vacío y transitable pero, sobretodo, ética. El carácter humanista que impregna a todas las culturas bañadas por el Mediterráneo también rige de un modo preliminar el contenido de la instalación de este artista, situándonos en el centro de la duda, planteándonos el problema y obligándonos a buscar una solución personal y, aunque nuestro propio ego latino nos haga creer lo contrario, imperfecta. El mar que nos da la vida, en el que nos sumergimos puntualmente, difícilmente puede albergarnos en su seno de manera permanente. El mar nos da y el mar nos quita.


Y es por eso que, en contraposición a ese humanismo inicial –antropocentrista e interrogativo- en la instalación de Marlon de Azambuja también comparece la antagónica desazón romántica ante la inmensidad del elemento y la pequeñez del hombre, combinándose, eso sí, con la quietud mutante y la transparencia continua del espacio diáfano y marino, de dominante monocroma y carácter mínimo, que conecta con la espiritualidad contemplativa del universo oriental. Un entorno ambiguo, pero cierto, en el que sumergirse o flotar, mientras el sutil baile de la boya que lo acompaña nos recuerda que siempre debemos tomar un punto de referencia para no perder el norte.

*Publicado en la revista Youthing.

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