MANUMISIÓN
(la libertad del esclavo)*
Una palabra tuya bastará para
sanarme
(Mt 8, 5-13)
Apenas
dos monosílabos dan forma al palíndromo: no y on, la negación y la superposición, apagado y
encendido. Una dialéctica binaria, frontal y evidente, una ecuación de dos
componentes que parten de la flagrancia y del conflicto, pero también de la
resistencia y del contraataque, de los valores y de la osadía, de la acción y
de la reivindicación, dos palabras que se convierten en una tesis minimalista,
en un statement ultrasintético,
en una declaración de principios de un artista que siempre va de frente,
directo al estómago y al cerebro. Un creador necesario en una época donde el
onanismo barroco y la masturbación autocomplaciente y aburguesada, se
multiplican desde el desánimo y el agotamiento de un contexto que nos tiene
absolutamente deprimidos, sobrepasados y donde muchos buscan el valor refugio
de la indolencia y del conformismo para tener una vida tranquila o, al menos,
para pasar desapercibidos.
Pero
nada más lejos de la intención de Acaymo S. Cuesta, un creador plenamente
consciente de que en el momento en el que nos encontramos no podemos
permitirnos un arte apático ni a unos artistas que no traten de activar el
cambio, ellos deben ser la punta de lanza que abra nuevas vías, el ariete y el
taladro. Cuesta tiene clara su responsabilidad intelectual y ejerce, con
disciplina, esfuerzo y trabajo, la misión de provocarnos, de estimularnos, de
crear el escenario adecuado para la reflexión y el debate, de percutir sobre
las estructuras para comprobar su resistencia, de trepanar las pulidas y
pétreas superficies para ver qué encontramos debajo, de hallar las fallas del
sistema y sus fisuras para hacer palanca, metiendo en ellas el entendimiento,
la crítica y nuestras propias manos. El pensamiento no puede tomar asiento,
dijo Aute, y Acaymo S. Cuesta lleva mucho tiempo en continuo movimiento.
Sin
embargo, no fue hasta el proyecto que el artista realizó con motivo de su
residencia en el espacio No Lugar de Quito (Ecuador, 2015), donde la deriva de
su creación asume gran parte de las coordenadas que ahora mismo la definen e
incardinan. Cuesta siempre ha manifestado un interés por las tensiones entre el
individuo, el cuerpo, la sociedad, la cultura, la política, la historia y la
palabra, pero es a partir de esta propuesta concreta titulada Retratos
pulsionados, donde aparece su
posición de trinchera más genuina, su voluntad de cuestionarlo todo, su
estética de la negación asociada a su reivindicación ética en un blackout
poetry de una belleza opaca y
extrema, donde la broca y el taladro continúan su proceso de perforación y de
vaciado, mientras que la pintura negra consolida la que es su función a partir
de ahora: tapar, esconder y cubrir para dejar en evidencia lo oculto, para
mostrar invisibilizando.
Después
vinieron Sufragio universal,
pieza producida para la IX Bienal Internacional de Arte SIART de Bolivia,
comisariada por Francis Naranjo (2016), Preámbulo (2016), Entropía (2016-2017), Utopía (2017) y Pulsiones perdidas (2017), todas ellas presentadas por el comisario
Carlos Delgado Mayordomo en el programa One Project de la feria Art Madrid
(2017). Unas propuestas que terminan de construir el corpus teórico y formal de
las investigaciones más recientes del artista, donde lo político y lo crítico
delimitan el marco de reflexión habitual sobre el que van orbitando todos sus
caminos creativos. Sin abandonar ese escenario general de pensamiento y
análisis, Acaymo S. Cuesta pone su punto de mira en las religiones y, de manera
especial, en su capacidad sugestiva, manipuladora y alienante, articulada a
través de la “palabra divina” y de los “textos sagrados”, tradición oral y
discurso escrito, demagogia, culpa, hedor y horror.
“El poder de la palabra” (2016) es el proyecto de
investigación alrededor del cual se desarrolla esta exposición titulada “No–On”
comisariada por Adonay Bermúdez. Partiendo de alguno de los recursos más
habituales de Cuesta –la confrontación de opuestos, la fricción de distintos y
la generación de contextos críticos donde el espectador pueda plantear y
desarrollar sus propias perspectivas- el artista decide dividir la sala de
exposiciones en dos partes mediante un muro de bloques que tiene perforada la
palabra NO, un vocablo trepanado que, al dar la vuelta a esa pared intermedia y
leerlo del revés, termina de componer el palíndromo que mencionábamos al inicio
y que da título a una exposición que trae causa de la que, hace unos pocos
meses, tuvo lugar en el Centro Cultural Pérez de la Riva de Madrid (2017).
Este muro de las lamentaciones que actúa de eje expositivo
sirve de separación y de conexión de dos espacios diferenciados: por un lado un
conjunto de retratos de tres conocidos líderes religiosos como Ovadia Yofef, el
Papa Francisco y Abu Bakr al-Bagdadi, cuyo peculiar encuadre, un primerísimo
plano centrado en la boca, en ese órgano emisor por excelencia de la palabra,
nos hace concentrar nuestra atención en la expectativa de un discurso que no
estamos escuchando pero que podemos intuir, unas obras realizadas mediante
agujeros que llevan insertos unos canutillos de papel previamente arrancados de
la Torá, de la Biblia y del Corán, y que señalan un contenido posible para ese
inaudible sermón; mientras que en el otro espacio, delimitado y contrapuesto,
aparecen un papiro, un pergamino y un códice, aquellos soportes que desde el
inicio de los tiempos han estado encaminados a procurar la trascendencia de las
palabras, unos papeles pintados de negro que bloquean cualquier posibilidad de
leer su contenido, de intuirlo, dejando su interpretación abierta para unos
textos que suelen pretender justo lo contrario.
Precisamente
esta dialéctica, estas dialécticas, son las que más le interesan a un artista
que se mueve en los terrenos del conflicto y de su interpretación, unas
palabras que van de boca en boca, entre las del rabino y el chamán, las del
sacerdote y el predicador, las del charlatán y el imán, que se incluyen en la
proclama y el discurso, ocultando y dejando en evidencia su poder corruptor,
manipulador, sugestivo y limitador. El artista nos plantea un juego continuo de
idas y venidas, de mentiras y certezas, de duda y de convicción: en plena era
de la imagen decide investigar sobre la palabra pero sin mostrarla, sino
tapándola, escondiéndola y, en contra de lo que sería previsible, tras esa
desaparición, haciendo que tenga aún más presencia, más importancia, dejando
claro, por omisión, su capacidad de control y de sometimiento, señalando que,
ahora, en la época de los excesos visuales, del agotamiento retiniano y del
hastío cerebral, una palabra vale más que mil imágenes, que mediante ellas nos
manipulan, nos someten y nos castran, una reflexión frontal y directa, una
reflexión atemporal, prácticamente eterna, que nos dice que la libertad de los
nuevos esclavos todavía no llega, que la manumisión, aunque nos lo hagan creer,
no está, ni mucho menos, cerca.
*Texto publicado en el catálogo editado con motivo de la exposición "No_oN" de Acaymo S. Cuesta en el CAP de Las Palmas - julio 2017
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