
Henri Cartier-Bresson "Europeos"*
Casal Solleric. Paseo del Borne, 27. Palma.
Prácticamente cualquier cosa que se diga de Henri Cartier-Bresson debiera ser redundante, por que sobre este genio, principal referente de la fotografía moderna, que ha vivido casi la totalidad del S.XX, se ha escrito y teorizado hasta la saciedad y tanto y de tanta calidad como su extraordinaria obra merece. Es precisamente esta calidad, el poderoso atractivo de sus imágenes y su estatus de genio del arte contemporáneo, sabiamente promovido por una acertada política de difusión de su obra, lo que provoca que se haya registrado una importante asistencia de público a esta exposición. Y es que, no hay misterio, cuando se ofrece una buena propuesta, combinada con un artista de cierto gancho social -ampliando así el espectro habitual de público- el espectador, incluso el medianamente interesado por temas culturales, suele responder.
Efectivamente, fue un placer recorrer las salas del Solleric en compañía de gente atraída por la exposición, una muestra que, a la vez, se constituye en un inmejorable exponente de la obra de Cartier-Bresson. Las instantáneas que se exhiben reflejan a la perfección las características de su fotografía y son precisamente estos atributos los generadores del éxito de sus imágenes. Cartier-Bresson ha conseguido uno de los objetivos paradigmáticos del arte: una simbiosis perfecta entre un contenido interesante y una exquisita estética. Su concepto de “instante decisivo”, de enorme fortuna crítica, viene a recoger esta equilibrada unión: el reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, del significado de la escena, junto con las formas plásticas y estéticas adecuadas para expresarla, una habilidad sólo al alcance de unos pocos elegidos.
Para conseguir un resultado tan ajustado no basta con estar en el lugar concreto y en el momento preciso, si no que también hay que comprender lo que sucede, no dejarse llevar por lo anecdótico, y tener la capacidad de organizar en el espacio los elementos expresivos de un modo sugerente. Cartier-Bresson, sin distorsionar la escena, conseguía integrarse en ella y empleando como elementos compositivos luces, paisajes, arquitecturas y, sobre todo, personas, conseguía dotar la imagen de una enorme fuerza expresiva. La figura humana irrumpe en sus composiciones, como por azar, en el lugar exacto y con el gesto adecuado, pero no es casualidad, es el auténtico genio de este creador que, en esta fantástica serie, trata y consigue reflejarnos Europa y sus infinitos europeos.
*Publicado en el semanario Época.
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